Gustavo Duncan. Más que plata o plomo. El poder político del narcotráfico en Colombia y México. México: Debate, 2015, 329 págs.

José Roberto Mendirichaga
Universidad de Monterrey, México

Gustavo Duncan. Más que plata o plomo. El poder político del narcotráfico en Colombia y México. México: Debate, 2015, 329 págs.

Iconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 55, 2016

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

Gustavo Duncan Más que plata o plomo. El poder político del narcotráfico en Colombia y México México: Debate, 2015, 329 págs

Con una sugestiva portada de Paola Andrea Gutiérrez que muestra los rostros de Pablo Escobar y Joaquín Guzmán, el Chapo; un prólogo de Carlos Antonio Flores Pérez; una introducción, y siete capítulos, Gustavo Duncan –autor también de Los señores de la guerra (2006, Planeta)– nos entrega un documentado trabajo acerca del poder político del narcotráfico en Colombia y México. El libro deriva de la tesis doctoral en ciencia política que el autor presentó en la Universidad de Northwestern. Acerca de este narcotráfico habría escrito Adalberto Santana (2004) 1 que “con el desarrollo del capitalismo global, el auge de las drogas toma un papel cardinal” y que las relaciones entre dos regiones asimétricas (Estados Unidos y América Latina) “simbolizan un enfrentamiento global norte-sur, enfrentamiento en la era de la mundialización del consumo” (Santana 2004, 233).

El tema sigue siendo muy actual, aunque, como señala Duncan en su nuevo libro, Colombia y México lo han enfrentado de diversa forma, también con resultados diferentes. En el prólogo a Más que plata o plomo , Carlos Flores apunta que esa diferente manera de afrontar el problema por uno y otro país es algo sustancial, pues el proceso seguido en Colombia, sin estar del todo acabado, muestra un contraste positivo, en tanto en México, por el contrario, las interrogantes prevalecen y no hay un claro Estado de derecho vigente

En la introducción, el autor apunta que en México y Colombia las organizaciones criminales introdujeron enormes volúmenes de capital, mientras que el grueso de la población permaneció en una posición subordinada en el orden social. Duncan explica de qué manera el capital y la coerción que se derivan de la droga definieron la forma de gobierno de una parte de la sociedad.

A la primera parte de la obra –una teoría sobre el poder político del narcotráfico– corresponden los primeros cuatro capítulos, en tanto que los tres restantes tienen que ver con Colombia, México y otros países desde una perspectiva comparada

1. Una empresa de producción de poder. Este primer capítulo es sumamente breve. Postula que el narcotráfico es en esencia “una empresa de reducción de riesgos”; que los pagos obtenidos por los trabajadores no son proporcionales a los riesgos asumidos; y que en estos países Estado y organizaciones criminales comparten y se disputan de manera imultánea la imposición de las instituciones de regulación de la sociedad.

2. Mercancía, capital y geografía del Estado. El narcotráfico como negocio involucra operaciones económicas muy distintas entre sí. Hay una clara división de este trabajo, que tiene que ver con la geografía. La presencia del Estado es insuficiente para competir con los ejércitos privados del narcotráfico. En México, los principales beneficiarios han sido, además de los políticos locales, las autoridades policiales desplegadas en las zonas serranas. Los carteles constituyen una actividad empresarial delictiva pero coordinada. Duncan menciona los casos de Mayo Zambada y el Chapo Guzmán en Sinaloa; de Pablo Escobar en Medellín; y de Los Zetas en Monterrey, lo que quedó documentado en el trabajo periodístico de Diego Enrique Osorno. Explica el autor que, para los casos de México y Colombia, es abundante la evidencia de las relaciones de la clase política “nacional y regional” vinculada de distintas formas con el narcotráfico y cómo las transformaciones por el narcotráfico en la sociedad se reflejan en cambios en la política. Duncan menciona también en este capítulo el asunto del “blanqueo de dinero”, aportando los casos del empresario chino Zhenli Ye Gon en 2007 y de Antonio “Papero” Gil Garzón, en Colombia, en 2013.

3. La teoría. Gustavo Duncan es muy claro al señalar que, aunque es una reacción apenas natural que quienes controlan las instituciones del Estado traten de impedir que otras fuerzas disputen sus espacios de dominación, la clase política cede porciones de su poder a cambio de participación en los excedentes del narcotráfico. El autor sigue la definición weberiana de poder. En México y Colombia, señala Duncan, el poder de las organizaciones criminales atraviesa otros factores de poder, empezando por el propio Estado. Aclara el autor que la diferencia entre guerrillas y señores de la guerra estriba en que las primeras intentan la toma del poder nacional, mientras que los segundos buscan la dominación local. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Sendero Luminoso en Perú son ejemplo de guerrillas; en tanto que, como ejemplo de mafias o señores de la guerra, estaría la organización de Joaquín El Chapo Guzmán en Sinaloa, en su momento de más fuerza (la segunda fuga de este capo del penal de alta seguridad del Altiplano , acaecida en julio de 2015, es tema de discusión y análisis aparte).

4. El sentido político de la guerra contra las drogas. Según Gustavo Duncan, la guerra contra las drogas encarna tres grupos muy diferenciados entre sí: las agencias de seguridad Drug Enforcement Administration (DEA) y Federal Bureau of Investigation (FBI), los Estados de los países productores y la guerra entre las organizaciones criminales. En relación con lo último, reciben el nombre de guerras horizontales cuando su lucha no modifica una transformación apreciable de las instituciones existentes y se trata de guerras verticales cuando el Estado o las organizaciones de coerción privada pretenden imponerse. El autor consigna, luego de citar los planes Colombia y Mérida, de qué manera Estados Unidos, con una visión de la guerra contra las drogas como un asunto puramente antidelicuencial, terminó por reconocer que detrás de esta visión estaba el tema del surgimiento de instituciones de regulación social alternas al Estado. Ya en la segunda parte de la obra, en la comparación entre México y Colombia, se presenta lo siguiente:

5. México: el precio de la democratización. Para Duncan, cuando el régimen priista llegó a su fin con el cambio de siglo, los mecanismos de control de las élites regionales y nacionales se debilitaron. Duncan cita al investigador Efrén Sandoval, quien ha estudiado el caso de la fayuca (contrabando) en la frontera, donde esta pasó del control de los sindicatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al crimen organizado. Para el autor de Más que plata o plomo , a partir del año 2000 era claro que se estaba fraguando una guerra por el control de los corredores de droga, lo que incluía a Baja California, Chihuahua y Tamaulipas, pero también a Guerrero, Michoacán y Sinaloa. Sea cual fuera la razón de declaratoria de guerra, el expresidente mexicano Felipe Calderón (2006-2012) agudizó los enfrentamientos porque incrementó los aparatos coercitivos en disputa. Duncan sostiene que, cuando el actual presidente Enrique Peña Nieto asumió el poder a principios de 2013, un nuevo mapa del control territorial de los carteles había surgido en México, al tiempo que consigna y analiza los casos de Michoacán y Guerrero con el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa.

6. Un Estado que la guerra llevó a cumplir sus obligaciones en los márgenes del territorio. Antes de sintetizar este capítulo, conviene recordar lo que Holmes, Gutiérrez y Curtin (2008) 2 planteaban hace años: que Colombia debía atender a una solución multifactorial en el caso de las drogas que incluyera no solo la lucha contra este fenómeno social, sino que fuera a las causas de este desorden, donde un mayor desarrollo era clave para la disminución del problema. Lo que Gustavo Duncan afirma en este capítulo es que Colombia hizo la tarea. Luego de un amplio recorrido histórico, el autor explica cómo fue la guerra de Escobar contra el Estado y los efectos de la descentralización en las relaciones de poder entre políticos y narcotraficantes. Las nuevas obras en los barrios marginales arrebataron el control de las comunidades marginadas de la ciudad a bandas y combos.

7. Contrastes: Estados Unidos, Jamaica y Bolivia . En el último capítulo del libro, el autor deja claro que los casos de Colombia y México son comparables únicamente de manera parcial con otros países importantes en el mercado mundial de drogas. Estados Unidos es el mercado final, Jamaica es un país de trasbordo y Bolivia es proveedora de coca. En el epílogo, Gustavo Duncan concluye que este libro ha sido una exploración del ejercicio de la dominación social por parte de una clase delincuencial en México y en Colombia, un suceso que aún no acaba.

Notas

1 Adalberto Santana. 2004. El narcotráfico en América Latina. México: Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos UNAM / Siglo XXI Editores, 233-249
2 Jennifer Holmes, Sheila Gutiérrez y Kevin Curtin. 2008. Guns, Drugs, and Development in Colombia. Austin: University of Texas Press, 159-160
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