¿Hay un modelo urbanístico poscovid? La pandemia como catalizadora de
transformaciones urbanas en Buenos Aires
Is there a post-COVID urban model? The pandemic as
a catalyst of urban transformations in Buenos Aires
Mgtr. Diego Ezequiel Vázquez. Doctorando. Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas y Universidad de Buenos Aires (Argentina).
(diegoe.vazquez91@gmail.com) (https://orcid.org/0000-0002-1731-7958)
Mgtr. Martina Daniela Berardo. Doctoranda. Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas y Universidad de Buenos Aires (Argentina).
(berardo.md@gmail.com) (https://orcid.org/0000-0002-1277-7533)
Recibido: 02/05/2022 • Revisado: 26/07/2022
Aceptado:11/10/2022 • Publicado: 01/01/2023
Cómo citar este artículo: Vázquez, Diego Ezequiel, y Martina Daniela Berardo. 2023.
“¿Hay un modelo urbanístico pos-covid? La pandemia como catalizadora de
transformaciones urbanas en Buenos Aires”. Íconos. Revista de Ciencias Sociales 75:
57-80. https://doi.org/10.17141/iconos.75.2023.5498
Resumen
Desde los inicios de la pandemia por la covid-19, intelectuales y personal técnico
urbanístico de todo el mundo elaboraron diagnósticos y profecías mediáticas sobre los
cambios radicales que sufrirían las ciudades y, particularmente, sus espacios de uso
público. En este texto se analizan las acciones urbanas que desempeñó el Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, durante la cuarta gestión del Partido Propuesta Republicana
(2019-2022), como respuesta a los desafíos de la pandemia; asimismo se compara con
las gestiones anteriores del mismo partido entre 2007 y 2019. El objetivo es rastrear las
continuidades y rupturas en los programas implementados, en las retóricas elaboradas
acerca del espacio público y en los paradigmas urbanísticos utilizados para diseñar y
justificar la política urbana. Para ello, se desarrolló un diseño metodológico híbrido que
combinó los análisis documental, espacial y cultural. La estrategia metodológica estuvo
centrada en la producción empírica y en el análisis descriptivo e interpretativo de un
corpus documental conformado por dos fuentes principales: publicaciones del Gobierno
Íconos. Revista de Ciencias Sociales
Núm 75. Enero- abril 2023, pp. 57-80, ISSN (on-line) 1390-8065
DOI: 10.17141/iconos.75.2023.5498
local y de medios de comunicación masivos. Con los resultados se evidencia que, antes
que la conformación de un nuevo paradigma urbanístico poscovid, la gestión urbana
local durante la pandemia se caracterizó por la profundización de transformaciones y
modelos urbanísticos preexistentes; así, la pandemia operó como catalizadora de cambios
que venían gestándose con anterioridad.
Descriptores: Buenos Aires; ciudades de los 15 minutos; covid-19; espacio
público; higienismo; políticas urbanas.
Abstract
Since the beginnings of the COVID-19 pandemic, intellectuals and technical urban
personnel across the world developed diagnostics and mediatic prophecies about the
radical changes that cities would suffer and, particularly, spaces for public use. This text
analyzes the urban changes that the Government of the City of Buenos Aires developed
during the fourth period of the Republican Proposal Party (2019-2022), in response to the
challenge of the pandemic. In addition, these changes are compared with the previous
management of the same party between 2007 and 2019. The objective is to trace
continuities and ruptures among the programs implemented, in relation to the rhetoric
regarding public space, and in the urban planning used to design and justify urban
policies. For this, a hybrid methodological design was developed that combines
document, spatial, and cultural analysis. The methodological strategy was concentrated
on the empirical production and descriptive and interpretative analysis of a documental
body that included two main sources publications from local government and from mass
media. From the results it is evident that, before the conformation of a new post-COVID
urban paradigm, local urban management during the pandemic was characterized by the
deepening of existing transformations and urban models. Thus, the pandemic operated as
a catalyst for changes that were already being developed.
Keywords: Buenos Aires; cities of 15 minutes; COVID-
19; public space; hygienics; urban policies.
1. Introducción
El 30 de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la
emergencia sanitaria ante la epidemia de un nuevo coronavirus: el SARS-Cov-2, uno de
los virus respiratorios causantes de la covid-19. Su rápida expansión por todos los
continentes impulsó a Gobiernos nacionales y locales a adoptar confinamientos
obligatorios y restricciones a la circulación para evitar la propagación persona a persona.
En Argentina, el Gobierno Nacional implementó el 20 de marzo el Aislamiento Social
Preventivo y Obligatorio (ASPO), que supuso el confinamiento en las viviendas para la
gran mayoría de la población, que podía salir exclusivamente para abastecerse de
alimentos y medicamentos en comercios cercanos. Se encontraban exentas de estas
restricciones las personas denominadas “trabajadores esenciales”, que se desempeñaban
en sectores tales como la salud y los servicios.
Con buena parte de la comunidad académica y de la técnica urbanística confinada,
florecieron reflexiones mediáticas e intelectuales acerca de las implicancias de la nueva
pandemia en las ciudades. Estas reflexiones iban desde diagnósticos medidos hasta
profecías de cambios radicales en la gobernanza y la vida cotidiana de las grandes urbes.
En este contexto, por los medios de comunicación masivos circulaban imaginarios y
discursos en los que se proyectaba la “muerte del espacio público”, se adivinaba el “fin
de las áreas centrales” o se especulaba sobre fenómenos masivos de “migración inversa
y contraurbanización”.
Más allá de la precisión de estos enunciados, la motorización de transformaciones
urbanas a partir de brotes epidémicos no constituye un fenómeno novedoso. Las ciudades
modernas cuentan con una vasta historia de epidemias que se vinculan con las primeras
intervenciones urbanas llevadas a cabo por médicos higienistas. Este movimiento se
consolidó en el siglo XIX ante la preocupación por la alta tasa de mortalidad, producida
por las constantes epidemias que azotaban a las ciudades europeas, de tal modo que se
proponía mejorar las condiciones de salubridad mediante una intervención sanitaria de
lo urbano. Así, durante la segunda mitad del siglo XIX, el higienismo funcionó como
una base ideológica para justificar las reformas urbanas llevadas a cabo en las grandes
capitales europeas, entre las que se destacan las ejecutadas por Eugene Haussmann en
París, Ildefons Cerdá en Barcelona y Otto Wagner en Viena (Choay 2004; Espinosa
Zepeda 2016).
En Buenos Aires, se observan indicios de una incorporación de la cuestión sanitaria a la
administración urbana ya desde fines del siglo XVIII con las reformas borbónicas. Sin
embargo, la consolidación del movimiento higienista se produjo durante el siglo XIX
con la aparición del concepto de salud pública y tras las fuertes secuelas que dejó la
epidemia de fiebre amarilla de 1871. Este movimiento mostró un interés por la salubridad
de los espacios urbanos, pero además traspasó esta preocupación al espacio de la
vivienda. Así, se profundizaron medidas previamente implementadas como el
alejamiento de mataderos, industrias y hospitales hacia la periferia, la localización de
plazas y bosques para oxigenar el aire, la pavimentación de calles y la dotación del
servicio de agua corriente. También se implementaron regulaciones de los espacios
interiores y las condiciones de vida, especialmente dentro de los conventillos:
[i]
la
obligación de ventilar y asolear, el embaldosamiento de los pisos, la limpieza cotidiana
de las habitaciones, el alejamiento de las letrinas y cocinas, entre otras (Paiva 2000).
Ya hacia finales del siglo XIX la ciudad se embarcó en un proceso de
modernización bajo el influjo de las reformas haussmanianas. Durante la
gestión de Torcuato de Alvear (1880-1887) se implementó un plan urbanístico
que incluyó demoliciones, apertura de avenidas y bulevares, y la creación de
plazas y parques (Gorelik 2004).
Como puede observarse, históricamente las epidemias fueron importantes catalizadoras
de reformas urbanas. Más de un siglo y medio después, la pandemia de la covid-19 ha
significado el retorno del urbanismo a algunas de las premisas higienistas y los espacios
urbanos de uso público se han establecido como el ámbito predilecto de su actuación. Al
igual que para los higienistas del siglo XIX, la calidad del aire fue una de las principales
preocupaciones. Por ello se recomendaba evitar espacios cerrados, garantizar la adecuada
ventilación y el mantenimiento de la distancia entre las personas y priorizar la realización
de gran variedad de actividades en espacios exteriores. Así, gobiernos locales de grandes
ciudades tomaron medidas análogas en pos de adaptar los espacios urbanos a las nuevas
circunstancias: pintadas sobre veredas y calles para gestionar la distancia física y la
promoción de su uso intensivo por parte de peatones, ciclistas, comercios y consumidores
(Ibelings 2020).
Partiendo de la premisa según la cual el vínculo entre epidemias y transformaciones
urbanas no constituye un fenómeno novedoso,
[ii]
en este artículo abordamos el caso de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) a partir de una indagación en los cambios
de los espacios urbanos de uso público impulsadas por el Gobierno local desde marzo de
2020. Así, se pregunta: ¿en qué medida las transformaciones dieron paso a la producción
de una nueva ciudad pospandémica, cualitativamente diferente de su antecesora?, ¿se
observan los primeros pasos de la conformación de un nuevo paradigma
urbanístico poscovid o se trata más bien de la profundización de modelos hegemónicos
con los cuales el Gobierno local ya estaba trabajando?
Como hipótesis se plantea que los desafíos de la pandemia han funcionado más como
una justificación para profundizar y acelerar las transformaciones y los proyectos
urbanos que estaban en la agenda de funcionarios políticos y técnicos, inscritos en el
paradigma del nuevo urbanismo y que comparten una concepción de lo que son y lo que
deberían ser los espacios urbanos de uso público, antes que como una oportunidad para
repensar en profundidad las formas de concebir, planificar y producir las ciudades
contemporáneas. En este sentido, el objetivo del artículo es analizar las continuidades y
rupturas de las políticas urbanas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA),
implementadas durante la pandemia con respecto a la prepandemia, atendiendo
especialmente a las acciones y retóricas desplegadas durante ambos momentos, acomo
a los sentidos y expectativas de uso que el Gobierno local adjudicó a los espacios urbanos
de uso público.
El trabajo se estructura en cuatro apartados. En el primero, exponemos la metodología
utilizada y los supuestos teóricos. Luego, describimos las principales características que
asumió la política urbana del GCBA en los espacios urbanos de uso público durante el
período de gestión anterior a la pandemia. Para ello se consideran las tres primeras
gestiones del partido Propuesta Republicana (PRO): los dos mandatos de Mauricio Macri
(2007-2015) y el primero de Horacio Rodríguez Larreta (20152019). Con matices, las
acciones públicas urbanas de las tres primeras gestiones PRO presentaron continuidades
que nos permiten considerarlas parte de un proceso de 60 giro hacia el espacio
público (Vázquez 2020; Berardo 2021).
En el tercer apartado, se aborda la política urbana de la cuarta gestión PRO conducida
nuevamente por Rodríguez Larreta y que tuvo lugar casi completamente durante la
pandemia (2019-2021).
[iii]
Para esto desarrollamos dos dimensiones: las acciones de
transformación material de los espacios urbanos de uso público y las retóricas a las que
se apeló para caracterizar estos espacios y legitimar su accionar. Finalmente, en las
conclusiones se propone un análisis comparado de la política urbana del GCBA antes y
durante la pandemia.
2. Diseño metodológico y conceptos teóricos
Para responder nuestros interrogantes se elaboró un diseño metodológico híbrido
(Colomb 2010), en el que combinamos el análisis documental, espacial y cultural, puesto
que son los más adecuados para estudiar las lógicas y representaciones. La estrategia
metodológica estuvo centrada en la producción empírica y en el análisis descriptivo e
interpretativo de los datos a partir de la elaboración de un corpus documental conformado
por dos fuentes principales: el Gobierno local y los medios de comunicación. Para la
primera parte, que comprende la política del GCBA dirigida a los espacios urbanos de
uso público durante 2007-2019, se retoman investigaciones propias desarrolladas
anteriormente (Vázquez 2020; Berardo 2021),
así como las de autores y
autoras especializados en la política urbana local. Para la segunda, que abarca las
acciones públicas urbanas del Gobierno local durante la pandemia, se indaen bases de
datos oficiales, documentos de planificación urbana y normativas locales. Además, se
realizó un análisis e interpretación geoespacial de las acciones urbanas mediante su
localización a través de un Sistema de Información Geográfica (SIG). Luego, con el fin
de abordar las narrativas y retóricas producidas por el Gobierno local, se efectuó el
análisis cultural
[iv]
del corpus de comunicaciones oficiales publicadas en la web y redes
sociales y la prensa local.
La elaboración del corpus documental es una práctica constitutiva de la investigación.
En este sentido, no debe concebirse como un punto de partida prefijado, cerrado y
hermético, sino que es un resultado, siempre parcial y provisorio, del proceso de
indagación, que supone operaciones de selección y recorte (Aguilar et al. 2014). Para su
construcción se llevó a cabo un proceso de rastreo de disposiciones, resoluciones y leyes
en el Boletín Oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires utilizando como recorte
temporal el período que va de marzo de 2020 a marzo de 2022. A su vez, se rastrearon
las comunicaciones oficiales del Gobierno local en sus sitios oficiales. Adicionalmente,
se revisaron artículos periodísticos de la versión digital del diario La Nación
5
del mismo
período. Por último, se comple la información proporcionada por los medios de
comunicación mediante una búsqueda extensa que 61 derivó en el relevamiento de
artículos periodísticos de otros medios nacionales (Clarín) e internacionales.
[v]
En cuanto al abordaje teórico, a lo largo de este artículo utilizaremos el concepto de
“espacios urbanos de uso público” que elaboramos a partir de los estudios urbanos
clásicos en pos de evitar el uso acrítico de “espacio público”, un término cargado de
diversos sentidos e ideologías que atraviesan campos académicos, profesionales y
políticos. Cabe destacar que en los autores clásicos de la década de los 70 Lefebvre
(2007, 2013), Jacobs (2011), Castells (2014), Harvey (1977) el concepto de espacio
público prácticamente no es utilizado y cuando aparece designa de forma genérica a los
espacios abiertos y accesibles de una ciudad. En cambio, se refieren a la idea de espacios
urbanos como reproducciones llevadas a cabo por cada tipo de sociedad, que nunca
encuentra un espacio abstracto, neutro o vacío, sino un espacio urbano ya determinado
con el cual interactuar (Lefebvre 2013).
Sin embargo, a partir de la década de los 80 se produjo un fenómeno que Gorelik (2008)
calificó como el romance del espacio público, en el cual esta novedosa categoría,
retomada en principio de la filosofía política y la comunicación social Arendt (1998),
Habermas (1984), se tornó hegemónica dentro del urbanismo. En un contexto donde
nuevos paradigmas urbanísticos buscaban desplazar al viejo modernismo-funcionalista
y denunciaban la crisis del espacio público, en numerosos proyectos se ponía la atención
sobre las calles, las plazas, los parques y las fachadas de los centros históricos o barrios
tradicionales de grandes ciudades para recualificarlos. Desde el urbanismo posmoderno,
se consideraba que el modernismo había abandonado los espacios públicos al
considerarlos meros lugares de tránsito y los había condenado a perder su mixtura social,
responsable de encuentros y convivencia entre diferentes clases sociales (Borja y Castells
1998).
En estos nuevos paradigmas adoptados y adaptados por funcionarios y técnicos del
GCBA (Lacarrieu 2007; Girola, Yacobino y Laborde 2011; Zunino Singh 2007), los
espacios públicos de calidad se concebían como una herramienta de armonización que
implicaba una sociedad civil donde el pacifismo, la tolerancia y el consenso eran valores
deseables, y contracara de las tensiones y contradicciones de clase. Se trataba de una
noción político-ideológica que idealizaba un supuesto esplendor, arruinado por la
sociedad de masas, que era necesario recuperar a través de acciones públicas de
recualificación (Delgado 2011).
Esta utilización acrítica del concepto de espacio público lo supone como un proyecto, un
deber ser o una meta a alcanzar por parte de una nueva asociación entre técnicos
urbanísticos, funcionarios públicos y desarrolladores urbanos que han decidido intervenir
determinados fragmentos de la ciudad. Es una noción del espacio urbano como una
utopía, una realidad que no existe más allá de los límites de las propias narrativas
urbanísticas.
Simultáneamente, apostar por el concepto de espacios urbanos de uso público plantea no
solo un retorno a los desarrollos teóricos clásicos de los estudios urbanos, sino también
una reivindicación de los aportes de la sociología situacionista y el interaccionismo
simbólico que estudiaron las particularidades de las relaciones en público Goffman
(1979), Joseph (1988, 1999). En palabras de Delgado (2007), los espacios urbanos de
uso público son los verdaderos sitios de la vida urbana que, caracterizada por la
proximidad y el anonimato, promueve relaciones efímeras, fugaces, basadas en el
distanciamiento, reserva e impostaciones que originan una estructura inacabada,
precaria, dinámica, en permanente ebullición, siempre precaria, dinámica, inestable e
indeterminada. Así, estos espacios son lugares de expresión de las tensiones y conflictos
sociales: se lucha en ellos y por ellos.
En síntesis, comprendemos a los espacios urbanos de uso público como el conjunto de
las calles, veredas, fachadas de edificios, estaciones de transporte público, plazoletas,
plazas, parques y cualquier exterior urbano dentro de la ciudad. En cambio, el uso de la
categoría “espacios públicos” se reserva para la concepción ideológica que presentan
funcionarios y técnicos urbanísticos sobre estos sitios.
3. Análisis y resultados
A fin de analizar las continuidades y rupturas en la política urbana implementada por el
GCBA durante la pandemia con respecto al período inmediatamente anterior, este
apartado se compone de dos secciones que atienden a las acciones públicas y las retóricas
desplegadas respecto a los espacios urbanos de uso público en ambos momentos. El giro
al espacio público en las tres primeras gestiones PRO (2007-2019)
La llegada del PRO al GCBA en 2007 marcó un enfático giro hacia el espacio público
plasmado en un proceso definido por funcionarios del Gobierno local como una
humanización del espacio (Vázquez 2020; Berardo 2021). Desde los comienzos de la
gestión PRO se escribieron documentos urbanísticos con diagnósticos y propuestas para
abordar la denominada crisis del espacio público; en este período el GCBA publicó los
siguientes documentos: Modelo Territorial Buenos Aires 2010-2060 (2009), La
Humanización del espacio (2009, 2010, 2011, 2012, 2013 y 2014), Reencuentros (2011
y 2013), Plan de Manejo del Casco Histórico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
(2015).
Asimismo, se desarrollaron programas que buscaban mejorar la movilidad, el mobiliario
urbano y las fachadas de los edificios en toda la CABA. Se elaboraron planes de
recualificación a escala barrial; durante las tres gestiones se desarrollaron el Plan
Microcentro, el Plan Área Ambiental Central, el Plan Integral San Telmo, el Plan Eje
Cívico, el Plan Tribunales, el Plan Corrientes Cultural, el Plan Retiro, el Plan
Constitución, el Plan Once y el Plan Liniers. La idea era producir espacios públicos de
calidad, así se intervinieron numerosos espacios urbanos de uso público.
Se dictaron nuevas normativas las modificaciones más importantes se registraron en las
actualizaciones en 2012 y 2018 del Código Contravencional,
como parte de un proceso
de ampliación de los usos indebidos del espacio urbano. De igual modo, se desarrollaron
una serie de estrategias de marketing urbano para consolidar la marca-ciudad.
En palabras de funcionarios y cnicos del GCBA, este giro se propuso reconquistar
un espacio público que juzgaban en estado crítico y usurpado por usos y usuarios
indebidos relacionados, generalmente, con las prácticas de sectores populares:
comerciantes callejeros, artesanos y feriantes, personas que viven en la calle, cuidadores
de coches, recicladores urbanos, trabajadoras sexuales o manifestantes políticos.
Por lo tanto, las primeras tres gestiones PRO (2007-2019) buscaron producir un espacio
público de calidad cuyo usuario debía ser un público de calidad. Para ello, desarrollaron
acciones públicas basadas en el urbanismo a escala humana del danés Jan Gehl (2006,
2014), modelo de gran circulación a nivel global. De este modo, la adaptación de las
ideas de Gehl a escala local implicó el desarrollo de acciones sobre los espacios urbanos
de uso público en tres dimensiones: una transformación material del entorno construido,
una férrea reglamentación legal de usos (in)debidos y una readecuación simbólica de
estos espacios. A su vez, estas acciones públicas urbanas pueden pensarse en tres escalas:
ciudad, barrios y fragmentos. En la primera escala, el GCBA desarrolló programas y
planes integrales con los que se proponía modificar la movilidad y embellecer el entorno
urbano construido: Prioridad Peatón, Bicicletas de Buenos Aires, Metrobús, Veredas,
Restauración de Fachadas, Puesta en Valor e Iluminación de Fachadas, Limpieza de
Frentes, entre otros.
En los planes de escala barrial se observó la preeminencia que el Gobierno local otorgó
a los barrios centrales e históricos de la CABA (fig. 1). En este sentido, se puso en
práctica la tercera generación de recualificaciones urbanas,
[vi]
llevadas a cabo a partir de
programas que abarcaron simultáneamente las tres dimensiones mencionadas: acciones
arquitectónicas y urbanísticas de embellecimiento del espacio construido en pos de
(re)producir una imagen escenográfica del corazón de la ciudad; un profundo
(re)ordenamiento de los espacios a través de normativas y acciones represivas a fin de
restablecer un orden urbano (Duhau y Giglia 2008), en el que los usos relacionados con
actividades de supervivencia de los sectores populares fueron dificultados, perseguidos
y reprimidos al mismo tiempo que se promocionaba el consumo y el entretenimiento
mercantilizados principalmente con la instalación de bares y restaurantes en veredas,
plazas y parques; y la (re)producción de imaginarios urbanos hegemónicos basados en
el núcleo duro de la identidad porteña ciudad blanca, moderna, europea y rica y su
propia belle epoque (González Bracco y Laborde 2019; Lacarrieu 2007).
Finalmente, la escala de los fragmentos barriales tuvo que ver con la instalación de
objetos urbanos viaductos, pasos a nivel, puentes, pasos peatonales, centros de
trasbordo en sectores puntuales de la ciudad; con la renovación de veredas, calles,
fachadas, luminarias y mobiliario; y con la introducción de mejoras en espacios verdes a
partir de la parquización, nuevas trazas perimetrales y el mejoramiento del mobiliario
urbano y los senderos internos. En este período, la estrategia territorial productiva se basó
en la aplicación del modelo de aglomeración de actividades o clusterización a través
de la creación de Distritos de Desarrollo Económico (Arqueros y González Redondo
2017; Goicoechea 2018). La propuesta buscaba radicar empresas de ramas o sectores
determinados en polígonos de desarrollo dentro del sur de la CABA otorgando
exenciones impositivas e inversiones en infraestructura y seguridad. Con esta estrategia,
desde 2008 y hasta 2019, se crearon seis distritos (fig. 1).
Figura 1. Acciones públicas urbanas del GCBA entre 2007 y 2019
67
Elaboración propia con base en datos del GCBA
Dentro de las estrategias de marketing urbano, el GCBA presentó a Buenos Aires como
una ciudad gastronómica e incluso logró, en 2017, su designación como Capital
Iberoamericana de la Cultura Gastronómica (Troncoso y Arzeno 2020). De este modo,
en diferentes áreas y barrios de la ciudad, se implementaron zonas que concentraban
cafés, bares, pizzerías, bodegones, parrillas y restaurantes considerados polos
gastronómicos en las narrativas oficiales. Se creó el Programa BA Capital
Gastronómica, a fin de “renovar y crear nuevos mercados, patios gastronómicos y
eventos para desarrollar la industria y promover la comensalidad”, para “posicionar a la
Ciudad de Buenos Aires como capital gastronómica de América Latina” (GCBA 2022b,
párr. 1). Hasta 2019, el Gobierno local reconocía nueve polos gastronómicos (fig. 1).
Otra de las estrategias fue la reconversión de antiguos mercados en espacios de consumo
gastronómico, por ejemplo, el mercado de San Telmo, el de Belgrano y el Bonpland.
Las acciones y las retóricas que desarrolló el GCBA durante 2007-2019 dieron cuenta de
una visión acerca del espacio público y sus usuarios que, dado su poder simbólico,
poseen un carácter performativo. En primer lugar, relacionaba la crisis del espacio
público con la supuesta intrusión que habían realizado los sectores populares en estos
espacios como medios para reproducir su vida. Por lo tanto, estos actores fueron
etiquetados como usuarios ilegítimos de espacios históricos o centrales, de alto valor
simbólico y tradicionalmente habitados por sectores altos y medios.
En segundo lugar, esto implicaba la necesidad de reconquistar el espacio público a través
de la política de humanización que se ha descrito. Se trata de una concepción descriptiva-
prescriptiva del espacio público que, en términos de Bourdieu (1985), prescribe cuando
parece que describe. En otras palabras, es una descripción que esconde una visión
normativa que fija un deber ser y que en las narrativas oficiales identifica al actor legítimo
con la figura del vecino (Gago y Pérez 2014), de clase media y con capacidad de
consumir y sociabilizar entre iguales. Opuesto a él se encuentra un actor ilegítimo
identificado como el otro o el intruso.
En resumen, la humanización del espacio aplicada por las tres primeras gestiones PRO
en la CABA debe concebirse como una nueva respuesta al diagnóstico de la crisis del
espacio público y la necesidad de su recualificación. Si desde mediados de la década de
los 80 hasta entrado el siglo XXI la propuesta había sido dotar a espacios privados con
características idílicas atribuidas al espacio público moderno, la nueva propuesta fue
dotar a los espacios urbanos de uso público de las características positivas que se le
asignaban a shopping centers y barrios cerrados: seguridad, confort y homogeneidad
social.
Acciones públicas urbanas del GCBA ante la pandemia por covid-19 (2020-2022)
Luego de la sanción del ASPO, el Gobierno nacional facultó a las provincias y la CABA
a autorizar diversas actividades. A partir de mayo de 2020, el GCBA comenzó a
implementar medidas adaptativas del espacio urbano para contener esta progresiva
flexibilización de las prohibiciones y restricciones. Las acciones iniciales del Gobierno
local se enfocaron en los ejes comerciales de los subcentros barriales de la ciudad. Se
trató de intervenciones rápidas que impusieron transformaciones temporales mediante
recursos de bajo costo y provisorios, como pintura y vallado para ampliar la superficie
de uso peatonal reduciendo la de uso vehicular (fig. 2).
Estas acciones se enmarcan en lo que se conoce como urbanismo táctico: una modalidad
de intervención del espacio urbano que, si bien se encontraba vigente antes de la
pandemia,
[vii]
experimentó un auge a nivel mundial a partir de 2020. Se basa en la
implementación de “tácticas a pequeña escala, con una lógica experimental, gradual [...]
es de bajo costo, es de ágil implementación” y busca mejorar “la experiencia humana del
espacio público” (Razu Aznar 2019, rr. 1). Estas acciones públicas de urbanismo
táctico fueron presentadas enfáticamente por el Gobierno local.
Por ejemplo, en su sitio web publicaban: “Se intervienen 100 000 m
2
de avenidas, calles
y veredas para garantizar el distanciamiento [...] 12 km lineales, 40 puntos comerciales
estratégicos intervenidos” (GCBA 2020b, párr. 1). En esta etapa inicial de la pandemia,
tanto las acciones como las retóricas estaban orientadas por el miedo que generaba el
posible hacinamiento de personas en los espacios urbanos de uso público.
Ya en la segunda mitad del año 2020, hubo una mayor flexibilización de las restricciones:
se reabrieron las plazas y parques; se rehabilitaron las ferias de alimentos, libros y
artesanías; se aprobó la realización de eventos culturales; y se autorizó la actividad
gastronómica al aire libre. Así, luego de una primera etapa de confinamiento estricto en
que la mayoría de habitantes de la ciudad se recluyó en sus viviendas y adaptó sus
actividades cotidianas dentro de los límites del espacio doméstico, la flexibilización de
las restricciones, junto con las recomendaciones sanitarias, estimuló un intenso uso de
los exteriores urbanos para la realización de actividades artísticas, recreativas, deportivas
y reuniones sociales. La nueva cotidianidad pandémica descansó en la mutación del
espacio urbano de uso público en contenedor tanto de sus tradicionales prácticas, ahora
potenciadas, como de aquellas que habitualmente se realizaban en espacios cerrados o
privados (Marcús et al. 2021, 2022).
Figura 2. Cierre al tránsito vehicular en zona comercial
67
Fuente: GCBA (2020b).
Simultáneamente, las narrativas del Gobierno local viraron al considerar a los espacios
urbanos de uso público como lugares que, de respetarse los protocolos sanitarios,
resultaban seguros para transitar, permanecer y consumir. Al respecto, el jefe de gabinete
porteño Felipe Miguel mencionaba:
En este nuevo camino el espacio público tiene una relevancia
muy especial. Siempre la tiene, pero en este contexto de
pandemia es mayor porque los riesgos de contagio al aire libre
son menores, disminuye 19 veces en comparación con los
lugares cerrados, y por eso la promoción de los espacios al aire
libre en esta etapa de recuperación de la normalidad
(Giambartolomei 2020b, párr. 10).
En este contexto, el Gobierno local encaró la adecuación de estos espacios y la presentó
como una mejora en las condiciones ambientales de la ciudad y como un primer paso
hacia una nueva ciudad pospandémica. En palabras de Clara Muzzio, ministra de
Espacio Público e Higiene Urbana: “El nuevo espacio público debe garantizar las
medidas de cuidados y brindar mayor seguridad a las personas que están transitando. [...]
Vamos hacia una ciudad cercana, a escala barrial, con una centralidad que ya no es única”
(Giambartolomei 2020b, párr. 10).
Las principales transformaciones de los espacios urbanos de uso público promovidas por
el Gobierno local durante esta etapa aludieron a tres dimensiones: la movilidad urbana,
los espacios verdes, y las ferias y mercados. Con respecto a la primera, se destacó en este
segundo momento la generación de áreas peatonales transitorias mediante el cierre de
calles perimetrales en zonas de alto tránsito y con usos comerciales o gastronómicos
intensivos. Estas áreas comerciales, ahora cerradas al tránsito vehicular, fueron
reconvertidas no solo para uso peatonal sino también para posibilitar el “uso y expansión
de áreas gastronómicas sobre calzada y espacios públicos” (Subsecretaría de Gestión
Comunal 2020). Así, proliferaron por toda la ciudad (fig. 3) y el Gobierno local las
presentaba como parte de una transformación hacia “un espacio público cada vez más
cercano, seguro y sustentable [...] para que los vecinos y vecinas puedan caminar o
sentarse a comer o tomar algo respetando el distanciamiento y cumpliendo los protocolos
de seguridad” (GCBA 2022a, párr. 1).
Además del énfasis en la creación de áreas peatonales transitorias, a fines del 2020 se
aprobó en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires la Ley 6387 de “Promoción,
Planificación y Desarrollo de Supermanzanas”, definidas como un conjunto de manzanas
delimitadas en su perímetro por calles que admiten la circulación de vehículos
particulares y transporte colectivo, y cuyas calles internas se reservan para la circulación
peatonal y la realización de actividades de esparcimiento, resultando en características
ambientales y paisajísticas homogéneas. La adscripción a ideas urbanísticas de moda en
el Norte Global le permitió al Gobierno local justificar sus medidas en cuanto pasos hacia
la ciudad deseada.
Figura 3. Área peatonal transitoria
Fuente: GCBA (2020c).
En este caso, las supermanzanas retoman los lineamientos del urbanista Salvador Rueda,
director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona. Para Rueda, como para Gehl,
el gran problema de las ciudades actuales es la preeminencia que se dio al automóvil
durante su planificación y por eso su propuesta de supermanzanas supone una
transformación radical de la ciudad sin la destrucción del entorno construido (BID 2015).
El modelo de supermanzanas fue retomado por distintos actores del Gobierno local
en pos de presentar las acciones públicas urbanas como medidas de vanguardia global
orientadas a la recuperación del espacio público arrebatado por el automóvil. Según
funcionarios públicos, las supermanzanas son una herramienta implementada por “las
ciudades del mundo” que apunta a “devolverles a las personas el espacio blico” cedido
históricamente al automóvil (La Nación 2020). Además, durante la pandemia el
Gobierno local emprendió la ampliación de la red de ciclovías. Aludiendo motivos tales
como desincentivar aglomeraciones en el transporte público y el creciente uso de medios
de transporte alternativos, se incorporaron infraestructuras para la movilidad en bicicleta
en importantes ejes viales: Avenida Córdoba, Avenida Corrientes y Avenidas Estado de
Israel/Ángel Gallardo (fig. 4).
Figura 4. Acciones públicas urbanas del GCBA durante la pandemia de
covid-19, 2020-2022
Elaboración propia con base en datos del GCBA (2020a, 2020b, 2020c) y la
Ley 6446.
Por su parte, después de la parálisis del rubro gastronómico tras el confinamiento
obligatorio y las restricciones a las salidas de ocio y consumo, la ciudad comenzó a
retomar su ritmo habitual. Una de las primeras flexibilizaciones fue la reapertura de las
Ferias de la Ciudad en mayo de 2020 (fig. 5). Se trata de ferias itinerantes que ofrecen
principalmente productos alimenticios a precios concertados entre los feriantes y la
Dirección General de Ferias y Mercados (GCBA 2020a). Su relocalización en lugares
apartados de los centros de trasbordo implicó nuevos elementos de demarcación, y la
aplicación de protocolos para evitar aglomeraciones y asegurar distancias adecuadas
(Giambartolomei 2020a). Como mencionamos, en un primer momento el miedo al
contagio en los espacios urbanos de uso público era el gran organizador tanto de las
acciones como de las retóricas del Gobierno local.
Asimismo, se fomentaron acciones orientadas a engrosar la lista de mercados y patios
gastronómicos impulsados a partir del programa BA Capital Gastronómica. En este
sentido, a fines de 2021 se inauguró el Mercado de los Carruajes en el barrio de Retiro.
Además, a principios de 2022 se inauguró Smart Plaza Patio Parque Patricios que ofrecía
una aplicación para visualizar los menús de los locales, hacer pedidos y retirarlos
en pos de evitar el contacto físico y la aglomeración.
Figura 5. “Feria de la Ciudad” en San Telmo
Fuente: GCBA (2020b).
De esta manera, las medidas preventivas propias de la pandemia motivaron la conjunción
de la política turística-gastronómica con el uso de herramientas tecnológicas como parte
de un proceso más amplio que buscaba incorporar el paradigma de las smart cities en la
agenda urbana local (Negro 2021). Este patio se inauguró en el corazón del Distrito
Tecnológico, en sincronía con otra de las políticas de desarrollo territorial clave de las
gestiones PRO. En relación con la promoción turística y gastronómica pero también con
la estrategia territorial-productiva de Distritos de Desarrollo Económico, en septiembre
de 2021 la legislatura porteña aprobó la Ley 6447 de creación del Distrito del Vino en la
Comuna 11 con beneficios impositivos similares al resto.
Las acciones implementadas por el Gobierno local en los espacios urbanos de uso público
durante la pandemia (fig. 4) se concentraron inicialmente en el entorno de los centros
comerciales de escala barrial, es decir, casi completamente por fuera del área central
tradicional de Buenos Aires. Esto resultaba coherente con un incremento de la
movilidad intrabarrial debido a las restricciones a la circulación y las compras exclusivas
en comercios de cercanía.
[viii]
Como contrapartida a este florecimiento de la vida urbana barrial y del énfasis puesto
en las acciones públicas urbanas en esas áreas de la ciudad, los espacios centrales e
históricos y especialmente el Microcentro porteño zona caracterizada históricamente
por usos del suelo relacionados con la actividad administrativa, financiera, comercial y
turística experimentaron un rápido vaciamiento.
[ix]
Ante este panorama, comenzaron a
debatirse propuestas para revertir las secuelas de la pandemia en esta zona. En
noviembre de 2021 se sancionó la Ley 6466 de Creación del Fondo para el Desarrollo
Urbano Sostenible (FODUS), orientado al financiamiento de planes, programas y
proyectos para la renovación de “áreas de regeneración sostenible”, entre las cuales se
incluyó al Microcentro.
Un mes después, se sancionaron la Ley 6508 de Transformación del Área Céntrica de
la Ciudad de Buenos Aires y la Ley 6509 de Incentivos a la Vivienda en el Área
Céntrica. Ambas normas, con aspectos muy similares a la lógica de los distritos,
tuvieron el propósito de transformar el área central de la ciudad en una zona
residencial: la primera, mediante la promoción de actividades económicas estratégicas
centros educativos, de salud, deportivos y culturales; la segunda, mediante la
promoción del acceso a la vivienda única en el área central a partir de herramientas de
ayuda financiera e impositiva.
Con este marco normativo, el Gobierno local anunció en enero de 2022 un nuevo Plan
Microcentro (fig. 6). En este caso, para legitimar la propuesta, el GCBA presentó sus
acciones públicas urbanas como parte de una nueva meta global: la ciudad de los 15
minutos. Según el Gobierno local, por sus características propias que incluyen la alta
conectividad con medios de transporte y la amplia oferta cultural, comercial y de
servicios es “la zona ideal para profundizar el concepto de la ciudad de 15 minutos” (La
Nación 2021, párr. 8).
La ciudad de los 15 minutos es un modelo urbanístico elaborado por Carlos Moreno,
asesor especial en temas urbanos de la Alcaldía de París. Ya desde 2014 en París se
implementaron acciones tales como la creación de nuevas áreas peatonales y la ampliación
de los espacios exclusivos para bicicletas, medidas que sirvieron de referencia para
gobiernos locales de todo el mundo al momento de enfrentar los desafíos desatados por la
covid-19.
Al igual que Gehl y Rueda, Moreno considera que la separación espacial de las
actividades cotidianas y la preeminencia del automóvil en el diseño urbano del
funcionalismo-modernista han provocado que las personas tengan que recorrer grandes
distancias diarias. En este sentido, la primacía del transporte privado es identificada como
el principal problema de las ciudades contemporáneas y el desafío que la ciudad de 15
minutos viene a enfrentar a partir de crear una ciudad “descentralizada, policéntrica
y multiservicial en la que los ciudadanos solo tengan que desplazarse durante un cuarto
de hora para satisfacer sus necesidades esenciales”. Así, “la mejor movilidad es la que
no se hace” (Dazza 2020, párr. 3).
Los funcionarios y técnicos del Gobierno local apostaron a la adopción y adaptación de
los principios de la ciudad de los 15 minutos para legitimar y justificar sus acciones
públicas urbanas sobre el área central de la urbe.
[x]
Claudio Romero, legislador
oficialista, afirmaba que era necesario que el Microcentro tenga “todo aquello que una
persona necesita para vivir” (Zunino 2021) y José Luis Giusti, ministro de Desarrollo
Económico y Producción, agregaba:
Desde el gobierno queremos transformar la experiencia
negativa de la pandemia en algo positivo. Ese es el espíritu del
plan de reconversión del micro y macrocentro que promueve
un conjunto de incentivos económicos destinados a potenciar
la actividad productiva en la zona, estimulando
económicamente el desarrollo de servicios accesibles a no más
de 15 minutos del hogar, y así mejorar las condiciones de
habitabilidad de la zona (Zunino 2021, párr. 4).
Asimismo, desde finales de 2021 el GCBA anunció nuevos proyectos de transformación
a desarrollarse en 2022 que combinaban cambios en la movilidad urbana con la intención
de ampliar la superficie verde y el espacio peatonal (fig. 6): la reconversión 73 de la Av.
Honorio Pueyrredón en un “corredor verde peatonal” (Giambartolomei 2021);
[xi]
el
programa Calles de Convivencia, que consistía en intervenir cuarenta vías de dos barrios
residenciales mediante la cesión de un carril vehicular para uso peatonal; el plan Nuevas
Calles Verdes, que se basaba en la transformación de calles en espacios de convivencia
o peatonales; y el rediseño de la Av. del Libertador para convertirla en la “primera calle
compartida de la ciudad” (GCBA 2021).
Recapitulando, la política urbana implementada por el GCBA durante la pandemia
incluyó una primera etapa coincidente con el período de mayores restricciones a la
circulación en que los espacios urbanos de uso público fueron concebidos como
amenazantes y las acciones públicas estuvieron centradas en el urbanismo táctico y en los
subcentros barriales. A mediados de 2020, con la flexibilización de las restricciones, el
Gobierno local comenzó a implementar acciones públicas de mayor envergadura, aunque
también enfocadas en barrios no centrales, apelando retóricamente al paradigma de las
supermanzanas y orientadas a aumentar la superficie de los espacios urbanos de uso
público, destinadas a la circulación peatonal y en bicicleta; y al esparcimiento y consumo.
Por último, a fines de 2021 la atención del Gobierno local comenzó a girar desde los
subcentros barriales hacia el Microcentro porteño que había experimentado un profundo
vaciamiento debido al cierre de locales y oficinas.
Figura 6. Acciones públicas urbanas del GCBA proyectadas para 2022
Elaboración propia con base en datos del GCBA (2021), Ley 6387, Ley 6466, Ley
6508, Ley 6509 y Giambartolomei (2021).
En este sentido, apelando al modelo de la ciudad de los 15 minutos, el GCBA
encaró un proceso de reconversión del área orientado a promover la mixtura de usos
y la nueva residencialización.
4. Conclusiones
Como conclusión planteamos que retomar la comparación propuesta entre las acciones
públicas urbanas desarrolladas por las primeras tres gestiones del PRO (2007-2019) y las
encaradas durante la pandemia por el mismo partido (20192022) nos permite cuestionar
dos narrativas del debate actual. Por un lado, los diagnósticos fatalistas acerca de la
muerte del espacio público, o al menos su profunda crisis. En este sentido, se ha dado
cuenta de que desde 2007 se produjo un giro al espacio público en las acciones del
Gobierno local que fue intensificado durante la pandemia. Casi la totalidad de las
acciones públicas urbanas que realizó el GCBA desde marzo de 2020 estuvieron
centradas en lo que hemos denominado espacios urbanos de uso público.
Al igual que el higienismo durante el siglo XIX, los conocimientos sobre el virus
operaron como un insumo fundamental para la toma de medidas de corte urbanístico.
Conforme estos saberes acerca de la transmisión de la covid-19 fueron evolucionando,
las recomendaciones y medidas urbanísticas también fueron mutando. Así, luego de una
primera etapa en que los imaginarios urbanos se organizaron en torno al miedo al espacio
público como lugar de aglomeración y contagio, sobrevino una segunda en donde los
espacios urbanos de uso público se concebían como sitios seguros e ideales para realizar
actividades que anteriormente se practicaban en espacios privados o cerrados. Las calles,
las plazas, los parques, lejos de su muerte, se transformaron en lugares plenos de vida
urbana y se masificaron y multiplicaron los usos que los habitantes hacían de ellos:
actividades artísticas, recreativas y deportivas; encuentros sociales.
Por otro lado, y en línea con nuestra hipótesis de trabajo, las actuaciones del GCBA
pueden ser pensadas más eficazmente como continuidades y profundizaciones de
paradigmas, acciones y retóricas ya ensayadas, antes que como rupturas radicales del
modo de pensar y gestionar lo urbano. Por lo tanto, sostenemos que la pandemia funcionó
como un acelerador o catalizador de principios de gobierno y procesos de transformación
urbana que venían germinando con anterioridad.
En el caso de los modelos importados-adaptados de las principales urbes globa-les,
observamos un desplazamiento desde las ideas nórdicas de Gehl y sus ciudades a escala
humana hacia las más latinas de Rueda y sus supermanzanas catalanas y las parisinas
ciudades de 15 minutos de Moreno. Así, las narrativas y las acciones de estos paradigmas
conviven y se solapan como capas de sentido que sedimentan diagnósticos y propuestas
estructuralmente similares que son recuperadas y adaptadas por los funcionarios locales
como parte de un mismo menú de recetas urbanísticas (Delgadillo 2014).
Las acciones públicas urbanas que se llevaron a cabo embebidas en estos modelos
urbanísticos también mostraron continuidades con las del período anterior: el cierre de
calles para el tránsito vehicular y el establecimiento de las áreas peatonales transitorias
funcionaron como la exportación del Programa Prioridad Peatón, aplicado
principalmente en los barrios centrales e históricos desde 2012, hacia los barrios
residenciales. En el mismo sentido, se extendieron programas creados a partir de 2007:
el flamante Distrito del Vino, la instalación de nuevos polos y patios gastronómicos y la
expansión de ciclovías.
Anclado en las ideas de construir una ciudad de los 15 minutos, el nuevo Plan
Microcentro planteó su nueva residencialización, objetivo que ya había sido esbozado en
un plan homónimo diseñado y ejecutado durante 2012-2018 y referenciado en el modelo
de ciudad a escala humana. El entonces jefe de gobierno Mauricio Macri declaró que la
pretensión de su gestión fue que el Microcentro no sea un lugar que solo se use para
trabajar [...], que sea un lugar habitable, con más vida” (Clarín 2013a) y María Eugenia
Vidal, su vicejefa, agregaba: “el Microcentro era, y en algunas partes lo sigue siendo, un
lugar de donde la gente se quiere ir lo antes posible. La idea es que quiera quedarse”
(Clarín 2013b). Nuevamente, el vaciamiento de las oficinas durante la pandemia
funcionó como catalizador para acelerar la implementación de una idea que el GCBA
venía promoviendo desde una década antes.
La pandemia también permitió reforzar retóricas preexistentes sobre el espacio público,
aunque con nuevos matices. En primer lugar, las acciones fueron presentadas como
adecuaciones necesarias, basadas en modelos urbanísticos de moda, para convertir a
estos espacios en lugares seguros ambiental y socialmente. Si en las gestiones pasadas el
peligro estaba en los usos y usuarios inadecuados que lo usurpaban y se proponía su
reconquista, la cuarta gestión PRO, marcada por la covid-19, legitimó sus acciones
apelando a resguardos higiénicos y sanitarios. Sin embargo, los espacios urbanos de uso
público fueron nuevamente caracterizados como sitios ideales para el consumo de
experiencias urbanas mercantilizadas.
Como última reflexión proponemos entonces una clave de interpretación de las dos
revalorizaciones del urbanismo decimonónico que se produjeron en ambos períodos de
gestiones PRO. En las tres primeras (2007-2019), se retomaron ideas del movimiento de
ciudad bella y su preocupación por (re)producir espacios urbanos escenográficos. Se
trataba de recuperar los principios de este paradigma para legitimar acciones que
tornaban más atractiva la ciudad, aseguraran el orden hegemónico y reforzaran los
imaginarios identitarios.
A su vez, desde la aparición de la covid-19, estas narrativas se combinaron con
justificaciones del movimiento higienista, que centraba sus medidas en los espacios
urbanos de uso público, puesto que los consideraba los ámbitos higiénicos por
antonomasia. De este modo, las acciones desplegadas sobre las calles, las plazas y los
parques fueron presentadas por el GCBA como estrategias para cuidar la salud, mientras
que no se registró ninguna propuesta de intervención sobre los espacios privados. Más
allá de las recuperaciones, adopciones y adaptaciones de modelos, la continuidad en los
sentidos, las lógicas y las concepciones que presentaron los proyectos y programas
expuestos a lo largo del artículo dan cuenta de que se trató principalmente de la
utilización de ciertas ideas con aires de familia o afinidad electiva entre ellas, para
fortalecer un mismo objetivo: justificar acciones, cuyo fin es la mercantilización de los
espacios urbanos.
Apoyos
La investigación en la que se basa este artículo forma parte del proyecto UBACyT “La
producción sociocultural del espacio en un contexto de mercantilización urbana: actores,
conflictos y modos diferenciales de habitar la ciudad (Ciudad de Buenos Aires, 2007-
2019)”, financiado por la Universidad de Buenos Aires (UBA). A su vez, tanto el autor
como la autora cuentan con una Beca Interna Doctoral otorgada por el Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) de Argentina.
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convertir el microcentro en una zona residencial”. La Nación, 9 de
diciembre. https://bit.ly/3vWnScG
Notas
[i]
En Argentina ‘conventillo’ designa a un tipo de vivienda urbana colectiva, organizada en torno
a un patio central, con áreas de servicios compartidas y habitadas por familias de los sectores
populares. A partir de la epidemia de la fiebre amarilla, se sancionaron reglamentos tales como
la Ordenanza para la Inspección, Vigilancia, e Higiene de los Conventillos, que establecía visitas
domiciliarias periódicas para constatar las características habitacionales y el Reglamento de
Construcciones que determinaba los materiales constructivos de las viviendas, la cantidad de
metros cuadrados y letrinas por persona, el distanciamiento entre habitaciones y cocinas, etcétera
(Paiva 2000).
[ii]
En todo caso, lo novedoso de la experiencia de la pandemia de covid-19 estuvo relacionado
con la velocidad con la cual se extendpor casi todo el mundo. Esto produjo que numerosas
ciudades en distintos puntos del planeta adoptaran políticas de confinamiento similares y se
enfrentaran a las crisis sanitarias, económicas y sociales simultáneamente.
[iii]
El segundo mandato de Rodríguez Larreta va de diciembre de 2019 hasta 2023.
[iv]
Con este método de investigación cualitativa se considera central al lenguaje en la
construcción de sentido y se otorga relevancia a los discursos producidos por los actores, ya que
expresan sus visiones, clasificaciones y diferenciaciones acerca del mundo social
(Sautu 2003). 5 Este periódico tradicional argentino, fundado en 1870, es de orientación liberal-
conservadora. Se decidió emplear esta fuente, ya que brinda una exhaustiva cobertura de las
acciones del Gobierno local de la CABA; en su versión digital existe una sección específica al
respecto.
[v]
Al final del artículo se detalla la cantidad y el tipo de fuentes consultadas.
[vi]
Las dos primeras generaciones ocurrieron en la década de los 90 y en los primeros años del
siglo XXI, respectivamente. Ambas estuvieron guiadas por los principios del Modelo
Barcelona (Delgado 2007; Gorelik 2004), se concentraron en la zona sur de la ciudad fundacional
en torno al eje San Telmo-Monserrat: corazón histórico-turístico de Buenos Aires, y se
caracterizaron por la cosmética urbana orientada hacia el turismo (Girola, Yacobino y Laborde
2011; Zunino Singh 2007).
[vii]
De acuerdo con el área de Desarrollo Urbano del Banco Interamericano de Desarrollo, los
proyectos apelan al urbanismo táctico desde comienzos de la década de 2010. Ejemplifican este
tipo de intervención con la peatonalización de Times Square en Nueva York y los parques de
bolsillo en dársenas de estacionamiento en San Francisco (Razu Aznar 2019).
[viii]
De ello son evidencia los datos del “Informe de Movilidad Local sobre el COVID-19”,
elaborados por Google (2022): en comparación con los datos de referencia previos a la pandemia,
en marzo de 2020 en la CABA la movilidad hacia zonas de trabajo se redujo el 81 %, la cantidad
de tiempo que las personas permanecen en su residencia aumentó 37 % y el uso del transporte
público disminuyó 85 %.
[ix]
Datos recabados por la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), consultoras
privadas y asociaciones vecinales indican que a partir del confinamiento aumentó de la tasa de
vacancia en locales comerciales y oficinas; el área central fue una de las zonas más afectadas de
la ciudad (Reinhold 2021).
[x]
Incluso a principios de 2022, el Gobierno local contrató a Carlos Moreno para dictar la
conferencia “Ciudad de los 15 minutos: una ciudad cercana, resiliente y sustentable”.
[xi]
Las obras para la concreción de este proyecto se iniciaron en enero de 2022 en un contexto
conflictivo debido al rechazo de residentes de la zona (La Nación 2022).