URVIO. Revista Latinoamericana de Estudios de Seguridad

N.° 33, mayo- agosto 2022

E-ISSN 1390-4299 ISSN 1390-3691

 

doi.org/10.17141/urvio.33.2022.5233

La propaganda como termómetro de la lucha armada: el caso del Emirato del Cáucaso (2010-2019)

Propaganda as a Gauge of Armed Conflict: the Case of the Caucasus Emirate in Russia (2010-2019)


Adrián Tarín-Sanz (*)

Recibido: 21 de octubre de 2021
Aceptado: 11 de febrero de 2022
Publicado: 31 de mayo de 2022


(*) Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (Compoliticas), España, tarinadrian@gmail.com, orcid.org/0000-0002-6788-5291.


Resumen

Este artículo tiene como objetivo aportar datos complementarios, fiables y replicables sobre el conteo de víctimas provocadas por las guerrillas del Cáucaso norte, para explicar su actual debilidad. La metodología empleada es el análisis de contenido de todas las publicaciones realizadas entre 2010 y 2019 en su órgano oficial de propaganda, Kavkaz Center. Esto se complementa con un análisis del contexto histórico. Se concluye que existe una coincidencia general en el aumento y la disminución de las variables producción propagandística y víctimas causadas a lo largo del tiempo. Por tanto, el escrutinio de la propaganda de las guerrillas ayuda a conocer su vigor con mayor certidumbre que si solo se tiene en cuenta el número de ataques perpetrados. Replicar el análisis en otros contextos permitiría conocer si puede establecerse una norma en ese sentido.

Palabras clave: extremismo; propaganda de guerra; Rusia; terrorismo; violencia

Abstract

This paper aims to provide complementary, reliable and replicable data about the count of victims caused by the guerrillas of the North Caucasus, to explain their current weakness. The methodology used is the content analysis of all the publications made between 2010 and 2019 in its official propaganda organ, Kavkaz Center. This is complemented with a historical context analysis. It is concluded that there is a general coincidence in the increase and decrease of both variables –propaganda production and victims caused– over time. Therefore, the scrutiny of the guerrillas' propaganda helps to know their vigor with greater certainty than if we only take into account the number of attacks perpetrated. Replicating the analysis in other contexts would allow knowing if a rule can be established in this regard.

Key words: extremism; Russia; terrorism; violence; war propaganda


Introducción

Oficialmente, la contienda entre la República de Chechenia y Rusia comenzó en 1994 y, con periodo de entreguerras incluido, finalizó en 2009. Desde entonces, la organización armada con mayor relevancia en la región, la yihadista Emirato del Cáucaso (EC), ha ido perdiendo efectividad debido a diversas razones. Sus atentados se han ido reduciendo en número y en víctimas, a excepción de un repunte en Daguestán, en 2011, provocado por el desplazamiento de militantes que encontraron refugio allí ante la presión policial (Campana y Ratelle 2014), y un tímido ascenso en Chechenia, en 2017, por causas aún debatibles.

La propensión a la baja podría reflejar un agotamiento operativo y la próxima disolución de la organización, pero antes de llegar a una conclusión tan contundente es prudente contrastar otros indicadores, ya que un análisis basado solo en los datos cuantitativos de los atentados puede resultar incompleto (Volders 2016). Por ejemplo, la reducción de ataques puede no significar la inminente desaparición de una organización, sino deberse a treguas y repliegues estratégicos para fortalecerse (Buesa 2009), o a cuestiones reversibles, como ocurrió en 2007, cuando el EC redujo su actividad por dificultades económicas y falta de instructores militares (Umárov 2019), eventualidades que más tarde se resolvieron.

Incluso aunque haya poderosas razones internas por las que vaticinar que una organización va a desaparecer, podrían existir factores contextuales que reactivasen el conflicto: la aparición de otros focos violentos en territorios fronterizos con Chechenia (Holland, Witmer y O’Loughlin 2017); la creación de nuevos grupos armados, como la filial del Estado Islámico en Rusia; o la persistencia de las causas estructurales (corrupción, impunidad, represión, ausencia de bienestar social, etc.) que contribuyen a acelerar la radicalización (Janeczko 2014; Ratelle 2015). De ese modo, es necesario considerar otros elementos de contraste –más allá del número de atentados– antes de afirmar el debilitamiento de la violencia yihadista en el Cáucaso. Algunos, como la infiltración policial (Souleimanov 2017), el volumen de militantes (Gutfraind 2009) y las sanciones económicas internacionales (Phillips 2019) tienen efectos privados, imposibles de conocer por los analistas de seguridad independientes. Otros, en cambio, suceden de manera pública, como la producción propagandística, objeto de estudio elegido en este trabajo para contrastar los datos sobre la violencia directa.

De ese modo, el artículo tiene como objetivo aportar datos complementarios, fiables y replicables sobre el conteo de víctimas provocadas por las guerrillas del Cáucaso norte, para explicar la hipótesis sobre su debilitamiento. Se plantea que el análisis de la propaganda de una organización terrorista también puede proporcionar información relevante para conocer el estado en que se encuentra.

En primer lugar, se realizan algunos apuntes sobre el papel que juegan los medios de comunicación ante el terrorismo norcaucásico y se contextualiza el estudio, narrando las causas que han llevado al EC a reducir su actividad violenta. En segundo lugar, se presenta la metodología del análisis de contenido (AC). Luego de los resultados y su discusión, se presentan aspectos concluyentes.

Comunicación y terrorismo en el Cáucaso norte

Los estudios de comunicación y terrorismo tienen una larga historia. A diferencia del crimen social, cuya preferencia es permanecer en el anonimato, el terrorismo es una expresión de violencia política, y la política consiste en hacer algo público (Errejón y Mouffe 2015). Por esa razón, resulta habitual que las organizaciones armadas combinen actividades clandestinas, como los atentados, y abiertas, como la difusión de comunicados justificando sus postulados ideológicos y militares (Rothenberger 2017). Parece existir un amplio consenso en vincular ambos fenómenos (comunicación y violencia) en, al menos, dos sentidos: (1) analizar las propiedades comunicativas inherentes a las acciones armadas, y (2) comprender cómo el terrorismo necesita ser comunicado (Matusitz 2013; Alonso 2016; Rothenberger, Müller y Elmezeny 2018). Debido a la relación de dependencia entre terrorismo y medios de comunicación, no han sido pocos los investigadores que, desde hace décadas y todavía hoy, han planteado un debate ético en torno a si estos últimos contribuyen a hacer cumplir los objetivos de las insurgencias, actuando como sus altavoces involuntarios (Crelinsten 1989; Schmid 1989; Criado Olmos 2017). La diatriba, en la mayoría de las ocasiones, queda solucionada reconociendo que lo verdaderamente problemático no es informar sobre la violencia, sino el enfoque desde el que se hace.1 Así, la eficacia de una acción terrorista no se mide solo en función de si se comunica, sino de si se comunica bien. Acciones armadas informadas de manera incorrecta pueden incluso acelerar la disolución de un grupo en declive (Horchem 1991).

Si asumimos, como sugiere una parte sustancial de la literatura, la dialéctica entre terrorismo y propaganda, cobra sentido que ambos aspectos puedan estudiarse de manera conjunta para, por ejemplo, extraer información valiosa sobre la naturaleza y el comportamiento de las insurgencias (Honig y Reichard 2019) o sus objetivos y prioridades (Torres-Soriano 2020).2 Este es el caso del trabajo empírico de Margolin (2020), que muestra cómo los picos de producción propagandística de Hamas, una organización similar al EC, se corresponden con acontecimientos destacados para el conflicto. Asimismo, son constantes las publicaciones que utilizan la cuantificación de términos o temáticas en los discursos de las organizaciones terroristas para determinar sus líneas estratégicas (Lakomy 2019; Marone y Olimpio 2020). Visto esto, parece lógico pensar que analizar la propaganda de una guerrilla puede ayudar a comprender su vigor o debilidad actual, así como establecer predicciones rigurosas, aunque sea cierto que no existe ninguna fórmula que anticipe cuándo y cómo van a suceder los atentados terroristas (Archetti 2015).

Aterrizando en el Cáucaso norte, las principales publicaciones sobre comunicación y terrorismo se han enfocado en describir los imaginarios sociales reproducidos por los medios tradicionales, ya fuese en la Primera Guerra de Chechenia (Clogg 1997; Kagarlitskii 1998) o en la Segunda (Petersson 2008; Casula 2015). Fundamentalmente, se han referido a cómo, desde Rusia, se han reproducido diferentes estereotipos arraigados en la historia –salvajismo cultural y radicalismo islámico–, que han facilitado la construcción del enemigo checheno. Otra fecunda línea de investigación es el estudio de los discursos y la propaganda de las guerrillas islamistas (Vergani y Zuev 2015), así como la contrapropaganda rusa (Le Huérou y Regamey 2008; Sieca-Kozlowski 2009; Litvinova 2014). Incluso, existen trabajos que analizan la comunicación oficial de los actores involucrados, como Dokú Umárov, fundador del EC (Youngman 2019), y el actual presidente checheno, Ramzán Kadírov (Avedissian 2016; Rodina y Dligach 2019). Por último, cabe mencionar algunos trabajos, menores en número, que muestran los reflejos del conflicto en el cine (Merrill 2012; Monastireva-Ansdell 2014), también desde la perspectiva del estudio de los imaginarios sociales reproducidos.

En ese acervo se constata una voluntad general de comprender cómo sucedieron las guerras, cómo se contaron y qué ideologías circularon a su alrededor. Las narrativas principales de los estudios que existen sobre comunicación y terrorismo en el conflicto checheno describen las redes y los aparatos propagandísticos de las guerrillas, así como la construcción estereotípica de los adversarios de ambos bandos. En definitiva, cómo han usado la comunicación para contribuir al conflicto bélico. No obstante, poco existe respecto a la información que ofrece la propaganda sobre la vitalidad de los contendientes y, en concreto, de las guerrillas yihadistas en el Cáucaso ruso. Esta última es la orientación del presente artículo.

El descenso de la violencia política en el Cáucaso norte (2010-2019)

La violencia política en el Cáucaso norte tuvo su punto álgido en 2009, paradójicamente el año en el que finalizó la Segunda Guerra de Chechenia, de manera oficial. Si bien el conflicto regular se dio por terminado, las fuerzas rusas siguieron desplegadas sobre el terreno y las guerrillas yihadistas, cobijadas bajo el paraguas del EC, se extendieron a territorios como Ingusetia y, sobre todo, Daguestán (Sagramoso 2012). Lo último se debió, en parte, a una estrategia para involucrar en el conflicto a todos los musulmanes del Cáucaso, con el objetivo de dividir al bando ruso y que disminuyese la presión sobre Chechenia (Campana y Ratelle 2014). Pero también, a que se desplazó a la frontera el foco de las actividades ilícitas y criminales asociadas con la guerra (secuestros, corrupción, violaciones y contrabando), lo cual provocó un aumento significativo en el enrolamiento en la insurgencia (Ibragimov y Matsuzato 2014).3

Al tiempo que se dieron estos movimientos, Rusia promovió en Grozni un programa denominado “chechenización”, que consistió en la delegación controlada del poder a los clanes locales afines al Kremlin (Kisriev y Ware 2005). De ese plan fueron producto la Constitución de 2003, contraria a la independencia, y los consecutivos Gobiernos de la familia Kadírov (Russell 2008). La política de inclusión de la población autóctona en las estructuras rusas, o como lo denomina Sakwa (2010), de “separatismo sin independencia”, logró atenuar las críticas sobre el imperialismo de Moscú, al tiempo que los nuevos paramilitares al servicio de la administración prorrusa (los kadyrovtsky) implantaron una implacable política de represión a la disidencia (Souleimanov y Aliyev 2016). Acusados de numerosas vulneraciones de los derechos humanos, esta Policía particular del Gobierno de Ramzán Kadírov contribuyó a alejar al EC de Chechenia y a confinarlo, sobre todo, en Daguestán (Šmid y Mareš 2015).4

Los niveles de violencia se mantuvieron durante algunos años más, hasta que en 2012 se produjo una drástica caída debido a, al menos, tres acontecimientos que se retroalimentaron entre sí. El primero, la contundente emigración de militantes norcaucásicos a escenarios de lucha como Siria e Iraq.5 Estos viajes se produjeron en dos oleadas. La inicial estuvo nutrida de insurgentes perseguidos en el frente local, que se desplazaron a la espera de unas condiciones más favorables para regresar;6 la segunda corresponde a jóvenes influidos por el discurso globalista del Estado Islámico, más sensibles a la guerra en Siria que a la confrontación contra Rusia (Ratelle 2016).7 Aunque algunos destacados guerrilleros de la guerra siria, como Omar al-Shishani, adujeron que sus traslados respondieron a objetivos estratégicos del EC (Paraszczuk 2013), no es menos cierto que tanto Dokú Umárov como sus sucesores alertaron del debilitamiento que eso estaba provocando en la organización (Allison 2013).

El segundo acontecimiento que explica el declive de la violencia en el Cáucaso norte es la muerte de Dokú Umárov, fundador y líder histórico del EC, en agosto de 2013. Si sobreponerse a la pérdida del máximo dirigente siempre es difícil para cualquier grupo armado, más aún lo fue para una insurgencia plurinacional, en la que existía un conflicto larvado entre la dirección histórica –de origen checheno– y el cambio de foco hacia Daguestán. La expresión más grave de esta disputa interna sucedió en 2010, con Umárov aún vivo, cuando algunos comandantes chechenos aprovecharon la supuesta enfermedad del líder para dar un “golpe de Estado”, con la intención de evitar una sucesión daguestaní (Hahn 2014). El golpe fracasó y, en 2014, el daguestaní Aliasjab Kebekov asumió el mando del EC.

El nombramiento de Kebekov contó con la oposición esperada de la insurgencia chechena, pero también con el ala dura de la militancia general, ya que, por su formación teológica y su inexperiencia militar, fue considerado un comandante débil.8 Su dirigencia fue breve –solo un año– y su heredero, el también daguestaní Magomed Souleimanov, murió a los tres meses de jurar el cargo. Desde entonces, la organización se encuentra descabezada, pues todos sus líderes provinciales han sido asesinados o han jurado lealtad al Estado Islámico (Youngman 2016).

Precisamente, el último de los acontecimientos determinantes fue el paulatino distanciamiento ideológico entre la dirigencia del EC y una parte de su estructura, que, seducida por el poderío del Estado Islámico, se escindió. Ese proceso, sostenido desde finales de 2014, concluyó seis meses después, cuando el líder de la provincia de Chechenia, Aslán Byutukayev (Emir Jamzat), se sumó al grupo de desertores, declarando la creación de una nueva provincia del califato global, llamada Vilayat Kavkaz (VK) encabezada por el daguestaní Rustám Asílderov (Abu Mohamed Kadarsky).9

Como se puede apreciar en la tabla 1, la fundación de VK en 2015 supuso un crecimiento breve de la violencia política en el Cáucaso norte. Sin embargo, y del mismo modo que ocurrió con EC, el contraterrorismo ruso ha ido eliminando a la mayoría de sus principales figuras y atenuando el impacto de la nueva organización. Han sido abatidos por la seguridad rusa Rustám Asílderov, líder de VK y de la provincia de Daguestán; Beslán Majauri (Emir Mohamed), líder de Ingusetia, y Robert Zankishiev (Emir Abdulá), líder de Kabardia-Balkaria. El único superviviente, Byutukayev, se encuentra asilado en Turquía, según la inteligencia norteamericana (Tumanov 2016), por lo que sus labores se encuentran seriamente limitadas. Con todo, siguiendo la contabilidad de Youngman (2018), puede atribuirse una treintena de ataques a la filial del Estado Islámico en Rusia.

Tabla 1. Bajas militares y civiles del conflicto

 

2010

2011

2012

2013

2014

2015

2016

2017

2018

2019

Chechenia

47

33

44

19

28

4

7

39

6

2

Daguestán

202

340

174

170

45

29

28

9

8

0

Ingusetia

71

30

44

13

6

1

2

3

2

2

Osetia del Norte

22

3

3

1

1

0

0

1

0

0

Kabardia-Balkaria

54

49

27

20

5

2

2

0

1

1

Karacháyevo-Cherkesia

0

9

3

3

0

0

0

0

0

0

Krai de Stávropol

3

2

1

5

7

1

1

0

0

0

Fuente: Kavkaz Uzel2022.

Materiales y métodos

El objetivo general de esta investigación es enfocar la actividad propagandística como dato complementario, fiable y replicable sobre el conteo de víctimas provocadas por las guerrillas del Cáucaso norte. La hipótesis es que esto puede ser útil para comprender el momento en el que se encuentra el EC, la principal guerrilla en el Cáucaso ruso.

Se establecen los siguientes objetivos específicos:

  1. reconocer y cuantificar el volumen de materiales propagandísticos producidos por el EC entre 2010 y 2019, y
  2. clasificar, tematizar y evaluar la naturaleza de los materiales propagandísticos analizados.

Análisis de contenido (AC)

Se utilizó como método el análisis de contenido (AC) de carácter cuantitativo, un procedimiento usado en el ámbito de la comunicación para investigar un rango amplio de temas (Boettger y Palmer 2010, 348), entre ellos, la propaganda (Franzosi 2018). Podemos definir el AC aplicado a los estudios sobre comunicación como

el sistemático y replicable examen de los símbolos de la comunicación, a los que se les han asignado valores numéricos de acuerdo con reglas de medición válidas y el análisis de las relaciones que involucran estos valores utilizando métodos estadísticos, para describir la comunicación, obtener inferencias sobre su significado, o inferir desde la comunicación hasta su contexto, pasando por la producción y su consumo (Riff, Lacy y Fico 2014, 25).10

Debido a las características citadas, el AC ha sido aplicado a la propaganda yihadista con resultados palpables. Su exitosa puesta en práctica ha servido para comprender los lenguajes e imaginarios alrededor de la comunicación del Estado Islámico (Sparks 2018; Welch 2018), Al-Qaeda (Novenario 2016; Cohen et al. 2018) y otros grupos regionales (Abrahms, Beauchamp y Mroszczyk 2016). Sin embargo, en lo que respecta al conflicto en el Cáucaso norte, aunque ya se ha señalado un estado del arte de los estudios de propaganda, aquellos que emplean AC como método son escasos y centrados en aspectos distintos a los que se plantean aquí (Rivas Otero y Tarín Sanz 2017).

Como categorías para aplicar el AC, se han clasificado los materiales propagandísticos de acuerdo con los siguientes parámetros:

  1. Evolución temporal: hace referencia a la discriminación por años y meses de la propaganda del EC.
  2. Temática: hace referencia a los asuntos que aborda la propaganda del EC. Se determinaron seis subcategorías, las mismas que establece su principal medio de comunicación en su menú web: Ummah (aspectos que afectan a la doctrina islámica); Mundo (aspectos que afectan a la política internacional); Rusia (aspectos que afectan a la política nacional rusa); Cáucaso (aspectos que afectan a la región del Cáucaso); Opinión (artículos de opinión) y Comunicados (comunicaciones oficiales del EC).
  3. Territorios: hace referencia a las localizaciones concretas en las que suceden las informaciones de la subcategoría “Cáucaso”.

Por otro lado, los datos acerca del número de víctimas mortales causadas por las guerrillas se obtuvieron del informe Statistika zhertv na severnom Kavkaze del medio digital Kavkaz Uzel, que es gestionado por la organización de derechos humanos independiente Memorial.

Corpus y delimitación del objeto de estudio

La propaganda analizada procede de la versión rusa de la web Kavkaz Center (KC), órgano oficial del EC. Su pretendida labor de agencia de noticias la ha llevado a ser citada por la prensa occidental como una fuente directa y alternativa a la versión rusa del conflicto. Al mismo tiempo, es el aparato más utilizado como objeto de estudio en las investigaciones que analizan la propaganda del EC. El periodo analizado en este trabajo comprende desde 2010 hasta 2019, la década posterior a la Segunda Guerra de Chechenia.

Resultados y discusión

Entre 2010 y 2019, KC publicó 47 106 contenidos. La mayoría se corresponden con artículos o noticias basados en texto y fotografía. Solo en algunos casos se incluye material audiovisual, que ya no se encuentra accesible, al haber sido denunciado, presumiblemente, por las autoridades rusas. YouTube, DailyMotion y otros alojamientos de videos han desconectado los enlaces vinculados a la web del EC.

Por otro lado, en el mismo periodo, las guerrillas causaron 1635 víctimas mortales, entre miembros de las fuerzas de seguridad y civiles. Para este análisis, no se ha podido tomar en cuenta el número de heridos o de atentados fallidos –acontecimientos sobre los que también se podría obtener información valiosa– debido a la ausencia de registros oficiales o periodísticos fiables que contemplen esos datos.

Al cruzar las dos variables (gráfico 1), se puede apreciar una tendencia no correlativa entre ambas. Suele cumplirse que, cuando el número de víctimas asciende o desciende, también lo hace la producción propagandística, aunque la relación no sea siempre proporcional.

Gráfico 1. Evolución temporal: víctimas y propaganda (2010-2019)

Fuente: elaboración propia.

La primera situación llamativa es el pico ascendente de víctimas en 2011. Como se mencionó antes, este puede deberse al desplazamiento de militantes y tropas rusas de Chechenia a otras repúblicas, tras el fin de la campaña oficial, así como a la estrategia del EC de extender la guerra a todos los musulmanes del Cáucaso. Desde entonces, se produjo una caída constante de la capacidad operativa de la organización. A pesar de ello, en 2017 se produjo un breve aumento de los asesinatos, como efecto de la creación de la filial del Ejército Islámico en Rusia.

En la propaganda, se repite la tendencia a la baja observada en las víctimas mortales, pero sin el aumento de 2017. La razón más plausible para esa disonancia es que, aunque existe un vínculo orgánico entre KC y el Ejército Islámico, no quedaron recogidos con la misma amplitud los ataques en Rusia del Ejército Islámico, una organización rival. Aunque no deja de ser una especulación, no sería extraño, tampoco, que el transfuguismo de recursos humanos hacia el Ejército Islámico en el Cáucaso norte fuese más allá de combatientes y se extendiese a los integrantes “legales” (ansar,según el argot del grupo), dedicados a la captación de fondos o a la propaganda. En añadidura, cabe recordar que KC ha sido objeto de numerosos ciberataques,11 los cuales pueden contribuir a la reducción de contenidos.

En lo que respecta a las temáticas (gráfico 2), las secciones de Opinión y Comunicados tuvieron un rendimiento inalterablemente marginal. En toda la década, fueron las subcategorías que menor producción presentaron. Poco se puede decir al respecto. Por el contrario, las restantes tuvieron amplio recorrido, al menos hasta 2013. Parece lógico, dado que en ese periodo las guerrillas causaron un mayor número de muertes, y la cobertura sobre el Cáucaso fue más amplia que en los cursos siguientes. En los diez meses en los que se publicaron más contenidos12 en esta sección, se llevaron a cabo alrededor de 150 actos terroristas, mientras que, en los diez meses con menos contenido, hubo alrededor de 20 víctimas.13

Gráfico 2. Temáticas (2010-2019)

Fuente: elaboración propia.

Más allá de que no resulte sorprendente que hechos noticiosos como los atentados condicionen la producción de KC, la tendencia que muestran estos datos podría confirmar el debilitamiento del EC. Una sección como la del Cáucaso depende no solo de los ataques perpetrados, sino de las fuentes sobre el terreno. Así, el contraterrorismo ruso –y el resto de causas ya debatidas– podrían estar haciendo mella en las filas militares (menos víctimas), pero también en las propagandísticas (menos recursos humanos propios). Esta conjetura se sostiene aún más ante el hecho de que, con el tiempo, gran parte de los productos que aparecen en dicha subcategoría son efemérides de la Primera o la Segunda Guerra de Chechenia, así como de las deportaciones de norcaucásicos en 1944, hechos de especial trascendencia en la mitología separatista, pero que no suponen ninguna actualidad. Son contenidos de archivo, que se publican cada año, y no nuevas producciones.

Siguiendo esa argumentación, desde que comenzó el declive de informaciones sobre el Cáucaso y Rusia, tomaron mayor protagonismo aquellas de carácter internacional (Ummah y Mundo), que no requieren informadores propios. Una parte sustancial de estas abordó el conflicto en Siria e Iraq, entonces de imperiosa actualidad para el yihadismo internacional y, también, para el norcaucásico, que participó activamente de aquellas milicias. Por otra parte, no se ha detectado ningún factor estacional –meses en los que rutinariamente haya mayor o menor actividad– que afectase las temáticas.

Al desglosar la propaganda por territorios, se obtienen resultados más concretos para verificar la hipótesis. En el caso de Chechenia (gráfico 3), la cifra de víctimas fue menor a la de las décadas anteriores. Con todo, debido a su importancia histórica, el número de atentados fluctuó durante el periodo de análisis, y no se mantuvo siempre a la baja. El espacio relativamente estable que ocupó Grozni para KC en estos diez años da cuenta de la importancia que tienen esas tierras en el imaginario social del yihadismo. Las guerras de Chechenia ocupan un espacio privilegiado tanto para las militancias locales como para los muyahidín de todo el mundo (Moore y Tumelty 2008), por lo que informar de esta república fue uno de los ejes editoriales de la propaganda del EC, sucedan o no atentados. Por ejemplo, si se comparan las cifras de víctimas de 2017 de Chechenia y Daguestán, las de esta última son mayores, aunque no así su cobertura.

Aunque, de los diez años analizados, en dos (2012 y 2014) no se cumplió la correspondencia entre víctimas y propaganda, la regla general fue otra. Como prueba, el ascenso de la actividad armada entre 2015 y 2017 se vio acompañado de una productividad propagandística mayor, y lo mismo ocurrió en aquellos años en los que las víctimas descendieron.

Gráfico 3. Víctimas y propaganda sobre Chechenia (2010-2019)

Fuente: elaboración propia.

A la vista del gráfico, las coincidencias en los niveles de víctimas y propaganda sobre Daguestán (gráfico 4) son mayores. Solo en 2012 se produjo un desfase notable, cuando el crecimiento de la propaganda no se vio acompañado de una respuesta militar equiparable. Ello se debió a un efecto rebufo del año anterior, en el que se alcanzó la cifra más alta de violencia en la provincia. Esto provocó un alto interés informativo, que perduró los siguientes meses. Con todo, la experiencia daguestaní muestra que los años de mayor productividad propagandística fueron aquellos en los que se produjeron mayores matanzas. Sirva como muestra que, entre 2010 y 2013, se publicaron 1,4 informaciones al día. En ese periodo, las guerrillas mataron a más de cuatro personas semanales.

Gráfico 4. Víctimas y propaganda sobre Daguestán (2010-2019).

Fuente: elaboración propia.

Por su parte, Ingusetia y Osetia del Norte (gráfico 5) mantienen un comportamiento similar al de Chechenia: un aumento destacado de víctimas en 2012, que no se corresponde con la actividad propagandística; una tendencia decreciente de la propaganda, coherente con la caída general de víctimas en la provincia; y un ligero aumento de ambas variables entre 2015 y 2017. En los pocos meses en que este territorio fue el que recibió la mayor cobertura, se produjeron actos de violencia reseñables. En marzo de 2010, una decena de ataques y la muerte del histórico líder Said Buriatsky y en diciembre de 2018, la explosión de un coche bomba en Nazrán.

Gráfico 5. Víctimas y propaganda sobre Ingusetia (2010-2019)

Fuente: elaboración propia.

Los casos de Kabardia-Balkaria y Karacháyevo-Cherkesia son los que presentan una mayor coincidencia. En cada año, se cumplen las tendencias entre capacidad comunicativa y víctimas ejecutadas. Por el contrario, la situación de la Estepa de Nógai es la más desigual, y no parece presentar un patrón claro; en cinco de los años no se mantiene ninguna similitud. Sin embargo, esos datos excepcionales tienen algunas explicaciones: el aumento de la propaganda experimentado entre 2011 y 2013 es independiente de las víctimas mortales, porque se enmarca en la campaña propagandística lanzada por Dokú Umárov contra los Juegos Olímpicos de Sochi.

El resto de publicaciones sobre el Cáucaso (1696) tratan asuntos relativos al Cáucaso sur (sobre todo, incidentes en el Pankisi georgiano o en el Alto Karabaj), o que involucran más de una provincia a la vez (como los partes de guerra del EC, los mensajes a su militancia y los conflictos fronterizos entre Ingusetia, Chechenia y Daguestán). Por tanto, difícilmente pueden contribuir a confirmar, o no, la hipótesis.

Conclusiones

Es necesario reconocer que, al haber estudiado un solo caso, las conclusiones de este trabajo no son generalizables a otros contextos. Sin embargo, en lo que concierne al conflicto en el Cáucaso norte, los resultados parecen respaldar la hipótesis inicial. En concordancia con el soporte teórico, los análisis empíricos muestran que el estudio de la propaganda también puede contribuir a determinar el estado de vigor o debilidad de una organización armada.

Cabe hacer una segunda precisión: los niveles de propaganda, por sí solos, no aportan información concluyente; deben ser contrastados con las cifras de atentados exitosos, y viceversa. Cuanta mayor información se disponga, mayor afinación del diagnóstico, por lo que este tipo de trabajos en los que se combinan variables podrían ser de importancia.

Por otro lado, los resultados no presentan una correlación matemática o proporcionalidad entre las dos variables analizadas, propaganda y asesinatos. Los ascensos o descensos en la primera no implican que suceda en igual porcentaje en la segunda. Por ello, y aunque no se puede afirmar que esta relación algorítmica se dé, sí parece probado que existen tendencias similares que, en este caso, apuntan al debilitamiento del EC. Salvo en algunos momentos –que tienen sus explicaciones coyunturales– la norma es que, de 2012 en adelante, tanto las operaciones militares como los contenidos propagandísticos han ido disminuyendo en número, calidad y efectividad.

En los momentos en que el aparato propagandístico produjo un mayor número de contenidos, esto se correspondió con épocas más violentas; lo mismo sucedió cuando había menos publicaciones y menos atentados. Esa regla no afecta solo la cuantificación de las publicaciones, sino sus contenidos: a menor presencia militar sobre el terreno, menores capacidades de ofrecer información exclusiva y mayor dependencia de agencias externas y material de archivo.

Por último, cabe reiterar que un análisis aislado del número de víctimas o de la propaganda de una organización puede resultar incompleto, y que se hace imprescindible su contrastación mutua y, mejor aún, con todas las variables disponibles. De ese modo, se evita obviar fenómenos complejos como el “activismo subrogado” (Torres-Soriano, 2012), según el cual, los militantes de una organización armada, ante la imposibilidad de llevar a cabo operaciones, deciden concentrar sus esfuerzos en otras actividades más asequibles, como la comunicación política. Que esto no ocurra en el EC da cuenta aún más de la carencia de recursos humanos que actualmente padece la organización, incapaz de sostener tanto el frente militar como el propagandístico.

Bibliografía

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Notas al pie

1 Además de esta solución teórica, para algunos investigadores, el debate ha quedado obsoleto, ya que, desde el advenimiento de Internet, los grupos terroristas poseen sus propios medios (Ogun 2012). 

2 Analizar la propaganda terrorista también ha permitido entender los aspectos psicológicos que establecen los militantes con sus audiencias (Houck, Repke y Conway III 2017); las compatibilidades ideológicas entre grupos armados diferentes (Chiluwa 2017); el reconocimiento de identidades colectivas entre organizaciones y simpatizantes (Torres-Soriano, Jordán y Horsburgh 2006); cómo algunas insurgencias estructuran sus unidades de comunicación de forma similar a las empresas (Wilbur 2017); identificar tácticas de reclutamiento (Mahood y Rane 2017) y generar contranarrativas para combatir la violencia (Andre 2012).

3 Son numerosos los estudios antropológicos que establecen una relación causal entre la militancia en la insurgencia norcaucásica y la sensación de injusticia e impunidad ante los crímenes cometidos por las autoridades civiles y militares rusas contra la población (Tarín Sanz y Ter Ferrer 2018; Pokalova 2019; Sokirianskaia 2019; Yarlykapov 2019).

4 Más tarde, y a propósito de la celebración de los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi (2014), el Kremlin diseñó un nuevo plan de seguridad para la región, que logró diezmar todavía más a las guerrillas (Zhemukhov y Orttung 2014). Aunque esas operaciones militares han sido decisivas, también lo ha sido la nueva apuesta de Moscú por persuadir a la población local a través de tácticas de prevención del extremismo violento (PEV), como arrestos entre su red de apoyo civil (Holland, Witmer y O’Loughlin 2017) e incautaciones de escondites de armas (Zhirukhina 2018). En cambio, Sokirianskaia (2019), aunque valora este cambio estratégico, considera que no todas las operaciones rusas de PEV han sido ejecutadas quirúrgicamente y, de hecho, pueden llegar a ser contraproducentes.

5 Aunque los reportes sobre militantes rusos en este conflicto son pocos, dispersos, desactualizados y con cifras variables, puede afirmarse que, en 2017, más de 8500 rusohablantes combatían en Siria e Iraq (CSIS 2017). Sin embargo, el flujo parece haberse interrumpido en los últimos años (Yarlykapov 2019).

6 Esa estrategia ha sido declarada en público por varios comandantes chechenos que combaten en Siria (Al-Shishani 2013; Paraszczuk 2015).

7 Un grupo identificado como “mujahideen in Sham” publicó una carta en la que consideraban perjudicial incitar a la juventud norcaucásica a combatir a Rusia en su propio territorio, dada la robusta capacidad defensiva de Moscú. En cambio, llamaron a continuar la emigración a Siria, donde, según ellos, la victoria sería más probable (Kavkaz Center 2019).

8 Muestra de la tensión entre su erudición religiosa y su poca visión estratégica fue que prohibiera la extorsión, por ser contraria a la doctrina islámica. La extorsión a empresarios fue una de las formas tradicionales de financiamiento de las guerrillas en el Cáucaso Norte, por lo que la nueva orden limitó considerablemente los fondos del EC (Sokirianskaia 2019).

9 Una cronología detallada del proceso de creación de VK, con sus actores identificados y una explicación de los debates internos que se suscitaron, puede consultarse en Tarín Sanz (2017).

10 Traducción del autor. Original: “The systematic and replicable examination of symbols of communication, which have been assigned numeric values according to valid measurement rules and the analysis of relationships involving those values using statistical methods, to describe the communication, draw inferences about its meaning, or infer from the communication to its context, both of production and consumption” (Riff, Lacy y Fico 2014, 25).

11 Desde 2002, la web ha sufrido numerosos hackeos, muchas veces en coincidencia con grandes atentados de las guerrillas, como el de Nord-Ost (Dávila Muro 2013) o Beslán (Simons 2009). Desde entonces, la web ha transitado por distintas empresas y países que le han ido cerrando sus puertas, como Turquía, Estados Unidos, Lituania, Estonia, Finlandia y Suecia (Petit 2012; Andersson Schwartz 2013).

12 Estos fueron: julio (158), agosto (162) y septiembre de 2010 (166); febrero (158), junio (195), julio (185), agosto (158) y septiembre de 2011 (160); y julio (164) y octubre de 2012 (159).

13 Estos fueron: enero de 2016 (12); junio (12) y julio (11) de 2018; enero (9), junio (11), julio (6), agosto (9), septiembre (9), noviembre (13) y diciembre de 2019 (9).